Quondos

24/12/13

Marketing, ¿Persuasión o engaño?


Los expertos del marketing, siempre tan criticados por los ciudadanos y tan queridos por las empresas… ¿Somos en realidad unos monstruos que se aprovechan de todo el mundo?

Para mí es de gran interés el análisis del “conocimiento de la gente respecto a todas las profesiones”, el cómo todo el mundo conocemos certeramente el qué se hace en cada profesión es algo que siempre me ha asombrado. Sin embargo, este punto de vista difiere frecuentemente del verdadero “yo” de las mismas.

A los expertos del marketing nos ven como esas personas que se ocupan de, según ellos, convencerte mediante engaños psicológicos y trucos de doble manga para que compres de forma loca y descontrolada, incluso a veces rozando el límite de lo absurdo al provocar compras de cosas que luego no se utilizarán. 
Pensar esto es un grave error, el especialista o experto del marketing utiliza su capacidad de comprensión y manejo de la demanda del cliente. Satisface sus necesidades a través del producto que da a conocer y busca conseguir la eficaz comunicación y presentación en el lugar y momento apropiados.

Con este articulo pretendo incitar a la gente a informarse antes de hablar sin saber y a quitarse esas gafas mal graduadas que no les dejan ver más allá de sus prejuicios para ver lo que en realidad somos. Nosotros luchamos por hacer sobrevivir a las empresas en unos mercados cada vez más competitivos. Somos innovadores, creativos, atrevidos, activamos los sentidos de la gente transmitiendo bajo un simple envoltorio, un cartel o una frase sensaciones y sentimientos. La visión más cerrada de nuestro trabajo sería conseguir que compren nuestro producto, pero esta versión menos precia en exceso nuestro trabajo.Podríamos hablar del experto en marketing como una persona abanderada por el principio de llegar al cliente, de comunicarse por el para convencerlo de las ventajas de su producto y siempre con el fin de satisfacer mejor sus necesidades. Unas necesidades que ya existían y que nosotros jamás hemos creado, sino que nos hemos limitado a darlas a conocer, a presentarlas.

Observando la legalidad del marketing, muchos serían partidarios de poner un tope a esa persuasión. No se puede crear una barrera intangible, tan subjetiva como la persona misma que midiese hasta dónde puede llegar la publicidad. En mi opinión no tiene que ser el gobierno el que tenga que poner un límite legal en este aspecto sino la propia ética deontológica del especialista sujeta a la responsabilidad que le impone su conciencia. 

Fuera de las utilizaciones lucrativas también encontramos otras, podemos ver otros usos del marketing por doquier, pues quien sino se dedica a hacer las campañas de ayuda a la sociedad del tipo: cuidados del medio ambiente, solidarización con algunas causas, ayuda contra el tabaco, drogas o alcohol… Además, colaboramos con la globalización de los productos y ponemos en conocimiento a nivel mundial los avances tecnológicos. 

Como prueba final alego en defensa del marketing y sus profesionales que, en cualquier caso, nosotros no ponemos una pistola en la cabeza a nadie y le obligamos a comprar. Que si bien utilizamos técnicas psicológicas como el condicionamiento clásico, el condicionamiento operante, el aprendizaje por observación o hasta averiguamos cual es la forma más eficaz para que el consumidor realice una buena codificación del producto y así pueda acordarse mejor, en realidad también conectamos a los consumidores con los productores y expandimos el mercado haciendo que se tenga un rango más grande de elección al tener varias marcas que satisfacen las mismas necesidades... También y como punto más importante creamos trabajo, pues al generar más ventas, serán más ingresos para los productores, que producirán más y hará mas mano de obra, que trae consigo más consumo y así sucesivamente.

Para finalizar, no hacemos nada dañino para que aumente el consumo pues la ley nos ampara y la existencia del marketing en todo el globo lo demuestra. A lo mejor no es para tanto y no ejercemos ese “control psicológico”; visto de una forma objetiva esos productos ya están ahí en el mercado y se  acabarían vendiendo igual aunque nuestra profesión no existiese. En el fondo es el mismo cliente que quiere dejarse atraer por la seducción del marketing, pues en lo mental, ¿Dónde está el límite? ¿No somos capaces de controlarnos? ¿Tan psicológicamente débiles somos que nos dejamos influenciar? o ¿en cierto modo también nos gusta que nos influyan y nos persuadan y que existan los valores de marca creados por el marketing? ¿O no?

En conclusión, nos dedicamos a crear o cambiar actitudes que vayan a favor del consumo de, ya sea un producto o marca, influenciando y persuadiendo pero ante todo bajo esos principios ético-morales, respetados y plausibles que bajo mi punto de vista no deberían ser criticados si no enaltecidos, pues tan complejo es el marketing como nuestro cerebro, y esto es lo que lo convierte en algo maravilloso.

Artículo relacionado: http://jmadurga.blogspot.com.es/2013/12/el-marketing-30.html

Jesús Madurga López

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